Tecnomaníaco

En uno de los sótanos de mi cripta he instalado una pantalla grande hace unos años para ver peliculas. Siempre he tenido cierto recelo por esos extraños artilugios tecnológicos, pero conocí a un tecnomaníaco muy simpático en una fiesta pagana. Desde entonces, con su entusiasmo y sus gadgets, me fue introduciendo en el empleo de estas máquinas.

Siguen pareciéndome artefactos demoníacos, cargados para cautivar y obnubilar las mentes, pero facilitan mi adaptación al nuevo siglo e internet me proporciona muchas víctimas ansiosas de servir y ser alimento de vampiro, gracias a la inestimable ayuda de la literatura que nos ha rodeado de un halo romántico y torturado.

Si mis hermanos vieran mi sótano, si vieran en qué mi amigo tecnomaníaco ha convertido una parte de mi cripta quizás se revolverian en mi contra: demasiados cables, enchufes, máquinas antihumedad, placas que calientan las tazas de café y pantallas de todo tipo que tienen vida. Casi deseo que lo hagan y que, al igual que se volvieron en contra del vampiro rubio que conoce el secreto de nuestros origenes y quiso ser cantante de heavy, traten de destruirme. Les estaré esperando...