Mi encantadora niña muerta

A lo largo de mi existencia, tras más de siglo y medio cazando por este mundo, he conocido a mucha gente pero nadie me ha inspirado tanto cariño como mi pequeña niña muerta. Nadie al verla diría que no es encantadora.

En su mundo todas las personas y cosas están sin vida y, desde su ingenua inocencia, son para ella susceptibles de ser aplastadas y apuñaladas. Se parece tanto a mí de joven, cuando en mis experimentos buscaba hallar los límites de los sentidos y el dolor... Supongo que era mi forma de jugar con La Muerte y el modo en que ella ahora puede de nuevo sentirse viva.

Ambas estamos condenadas y apenas ya recordamos quienes fuimos. Malditas a lanzar los dados eternamente sabiendo que nuestro número jamás saldrá en la ruleta. De nuestra Señora de la Gadaña solamente conoceremos lo que se nos revelará en el rostro agonizante de nuestras próximas víctimas.

Pero no estemos tristes, desde aquí puedo oír como ella canturrea alegremente mientras pide a una mariposa un baile.