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vendredi, septembre 16, 2005

El paseo de Deva (3ªparte)

Llevo dos días esperando a que Deva se me acerque para que me cuente el final de la historia, pero ella siempre encuentra una excusa o cualquier otro quehacer. Algo había ocurrido en ese paseo y sé que La Dama Negra ha de volver a Salgoris para nuevos ingredientes la luna próxima. Antes de permitir que vuelva allá, debo saber todos los detalles de lo que ha sucedido. No quiero usar el poder que tengo sobre ella para que se confíe, hasta ahora nunca ha sido necesario. Me adora y me busca para narrarme sus aventuras y me comenta las dudas que le surgen mientras gatea por este mundo teniendo que ser otra. Sé que una palabra mía sería suficiente para hacer de ella cuanto quisiera -su voluntad es mía-, pero no quiero que ella me tenga miedo o el respeto de un esclavo a su señor así que la busco y trato de sonsacarle lo ocurrido de otra forma.

Nuevamente, da la sensación de estar muy ocupada pero sé que finge por vergüenza a algo no por miedo, al menos eso espero. Mis movimientos han sido tan rápidos que, cuando me ve frente a ella, se sobresalta como una mortal. Acaricio su mejilla para que me mire con esos hermosos ojos negros y sin usar mis labios le digo que me lo cuente todo. Algo se revuelve en ella, pero al fin me sonríe y se sienta en la piedra de altar que tenemos frente a la cripta.

El camino que le había dicho el hombre de la cierra no parecía conducir a ninguna parte sino que daba la impresión de alejarse de los dominios del brujo. Temía no poder encontrar un paso siguiendo por el descampado convencida de que no hallaría el camino por donde habían entrado los dos humanos muertos. Por esta razón, caminaba por el arcén de la carretera que ascendía por un viaducto y giraba hacia la izquierda. Caminó..., reflexiono para mis adentros que aún no ha asimilado que es una vampira, que ya no tiene por qué pisar tierra más; aún no se da cuenta de ello: se queja que ha tardado mucho en llegar a la entrada de Salgoris, que cuanto más andaba mayor era la distancia que la separaba del brujo, que estaba dando un rodeo enorme mientras avanzaba paralelamente al caminito que podía ver desde la altura del viaducto. Quejas y más quejas cuando la solución para entrar allí habría sido tan simple. No importaba la altura de lo que cercara aquellos dominios, un vampiro podía saltarlo, trepar por su pared o elevarse grácilmente y salvar ese obstáculo incordioso. Pero debo tener paciencia.

Salgoris constaba de varios edificios extraños y construcciones extravagantes de fibra de vidrio de colores varios, moradas pequeñas cuyas paredes eran transparentes, esculturas que combinaban la piedra y el vidrio, enormes edificios de ladrillos y cristal y un campo verde, un cesped perfectamente cortado al mínimo, tan cuidado que daba la sensación de haber sido cortado con minuciosidad a una altura enfermiza. Destacaba un edificio en particular, alto como la muralla de un castillo medieval. Tenía un tejado triangular y era de hormigón blanco. Unas enormes ventanas en arco, con cristales tintados en rojo, le daba como un aire a iglesia aunque, lo que realmente le llamó la atención, fueron las pequeñas aberturas que había en la base de la construcción. Su visión de vampiro le permitió ver que cada una conducía a un breve y angosto pasillo que daba a una puerta de madera por la que solamente un enano delgado podría pasar.
Un ruido tras la capilla del campo santo nos llama la atención. Humanos. El olor de la sangre nubla todo lo demás. Sin decirnos nada cada una se va por su lado, ahora ya no compartimos la caza y es hora de saciar nuestra sed.

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1 Commentaires:

Blogger Lawbug dit...

ains... si es que es una delicia leerlo. Ya tengo ganas del siguiente texto :)

22:32  

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