Cuando
¿Qué es lo que aún sostiene mi cordura?
¿Qué me impide buscar en la luz del día
el consuelo que no debiera necesitar?,
cuando ni las paredes de mi cripta
ya del sol me protegen,
cuando ni a gusto estoy
entre el silencio,
el frío,
entre la piedra,
que rodea mi cuerpo
y ni la música de los malditos
es capaz de reanimar
la carne muerta
que sostienen mis cansados huesos...
¿Qué es sino mi orgullo?,
el que me impide darte la victoria.
Publié par Aina á 18:10
3 Commentaires:
El orgullo no siempre es malo pero nos endurece en demasia. A veces, es mejor dejar salir nuestro interior y tragarnos ese orgullo.
Cuando todo está mal
cuando nada sale bien
cuando creemos haber perdido
Al final siempre sale bien.
Acuerdaté de mirar en redendor que tan bueno como tener orgullo es saber cuando se necesita ayuda. Y para lo último se necesita más orgullo si cabe.
Recuerda lo que siempre me dices y aplicatelo que esta vez te toca a tí ;)
sea de quien sea la victoria, es el orgullo el que no permite otorgarla de buena gana.
Yo soy orgullosa, pero he aprendido a darme por vencida cuando no me queda de otra.
El orgullo como todo tiene dos caras. Yo hablo de la que aún estando en el fango nos hace levantar al cabeza y luchar. El orgullo como todo puede matar y destruir sentimientos y amistades pero también puede ser el soporte o la guía cuando ya no te queda nada.
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